Aunque los niños aprenden de lo que decimos, aprenden aún más de quiénes somos y qué hacemos. Nuestra fe, nuestras oraciones, nuestras enseñanzas y nuestra forma de vivir deben formar parte de un todo coherente. Por lo tanto, la puesta en práctica de nuestra enseñanza como padres-profetas requiere un modelo piadoso. El modelo piadoso por excelencia para nosotros como padres-profetas es el Señor Jesús, quien superó a todos los demás como verdadero profeta, maestro, pescador de hombres y formador de discípulos. Hacemos bien en estudiar personalmente los Evangelios con la mirada puesta en cómo Cristo formó a sus discípulos. Un buen maestro busca buenos modelos y se esfuerza constantemente por perfeccionar sus habilidades y mejorar sus métodos. Cristo nos proporciona el mejor modelo y abundantes recursos a los que recurrir cuando asumimos la tarea de enseñar y formar a nuestros hijos. Edificando Editorial Los niños no buscan padres perfectos y son muy indulgentes. Tienen una extraña forma ...