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Epístola de Ignacio a los Efesios

  Saludo Ignacio, que también se llama Teóforo, a la Iglesia que está en Éfeso, en Asia, merecidamente muy feliz, siendo bendecida en la grandeza y plenitud de Dios Padre, y predestinada antes de las edades de los tiempos, para que sea siempre para una gloria perdurable e inmutable, estando unida y elegida a través de la verdadera pasión por la voluntad del Padre, y de Jesucristo, nuestro Dios: La felicidad abundante por medio de Jesucristo, y su gracia inmaculada. Capítulo 1. Elogio de los efesios He conocido vuestro nombre, muy amado en Dios, que habéis adquirido por el hábito de la justicia, según la fe y el amor en Jesucristo nuestro Salvador. Siendo seguidores de Dios, y avivados por la sangre de Dios, habéis cumplido perfectamente la obra que os correspondía. En efecto, al oír que vine atado desde Siria por el nombre común y la esperanza, confiando por vuestras oraciones en que se me permitiera combatir con las fieras en Roma, para que así, por medio del martirio, me convirtiera

Epístola de Ignacio a los filadelfianos

  Saludo Ignacio, que también se llama Teóforo, a la Iglesia de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo, que está en Filadelfia, en Asia, que ha obtenido la misericordia, y está establecida en la armonía de Dios, y se regocija sin cesar en la pasión de nuestro Señor, y está llena de toda misericordia por su resurrección; a la que saludo en la sangre de Jesucristo, que es nuestro gozo eterno y perdurable, especialmente si [los hombres] están en unidad con el obispo, los presbíteros y los diáconos, que han sido designados según la mente de Jesucristo, a quienes ha establecido en seguridad, según su propia voluntad, y por su Espíritu Santo. Capítulo 1. Elogio del obispo El cual obispo sé que obtuvo el ministerio que pertenece al [bien] común, no por sí mismo, ni por los hombres, Gálatas 1:1 ni por vanagloria, sino por el amor de Dios Padre y del Señor Jesucristo; ante cuya mansedumbre estoy admirado, y que con su silencio es capaz de lograr más que los que hablan vanamente. Porque está e