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Mostrando las entradas etiquetadas como celo

Como perder tu celo por Cristo

Tienes celo por Cristo? ¿Tienes un celo genuino de vivir por él y de promover su causa en el mundo? ¿O has perdido el celo que una vez te marcó?   La religión especulativa es la religión cuya principal preocupación es la teoria o la conjeturas. Miren las epístolas pastorales y encontrarán a menudo a Pablo advirtiendo a Timoteo y a Tito que deben evitar cualquier cosa como esta: cualquier cosa vana y no provechosa, cualquier cosa obsesionada con las fábulas y las genealogías (ver 1 Timoteo 4:2, 2 Timoteo 2:14, Tito 3:9, etc.). El cristianismo está destinado a ser una religión experimental, una que está destinada a llegar al corazón y a la voluntad y a funcionar en acción. "La fe cristiana comienza con una renovación experimental del corazón y progresa por una relación experimental que impacta toda la vida". Amar al mundo. "¿Cómo podemos ser celosos del cielo cuando nuestros corazones están envueltos en cosas terrenales? ¿Cómo podemos elevar nuestros espíritus hacia el cie...

Celosos, pero no legalistas

Romanos 10:1-4 nos muestra que los judíos tenían celo, pero sin conocimiento. Es un problema humano enraizado en el corazón. Estaban tratando de establecer su propia justicia. Auto justicia es lo que motiva a los hombres en su religión secular. Es un deseo profundo de darse gloria a si mismos. Se glorían en su conocimiento, en el cumplimiento de su deber religioso, altos valores morales. Deseamos una admiración de los demás acerca de lo que hacemos delante de los hombres. Mateo 6:1 nos habla de hacer nuestras prácticas piadosas en secreto. El legalista tiene un deseo en el corazón de demostrar su auto justicia: mira como obedezco, mira como soy buen cristiano, mira como hago esto o aquello para el Señor. El verdadero celo comienza con quebrantamiento de corazón. Con ver nuestro propio pecado. Debemos ser celosos de la ley de Dios. ¿Como? Sacando primero la viga de nuestro ojo para luego quitar la paja de el del prójimo. Que los 10 mandamientos nos confronten primero hasta que n...