Hay una forma de orgullo que puede estar presente en un pastor que parece muy humilde. Puede ser el primero en admitir que se equivoca, el primero en disculparse por su impaciencia y el más lento en criticar a los demás. Se alegra de dar a hombres jóvenes e inexpertos la oportunidad de compartir las responsabilidades del ministerio, e incluso puede ser muy abierto con su rebaño sobre sus luchas personales con el pecado. Es accesible. Cada pregunta que se le hace es escuchada y admite que no lo sabe todo. Y, sin embargo, todo esto puede estar presente en un hombre que en realidad es orgulloso -demasiado orgulloso para liderar con convicción en formas que le hagan ser menos querido por los demás. Es una actitud que comunica una mentira: como pastor, lo único que importa es que cumplas lo que otros quieren que seas. Aunque no soy anciano, veo esta forma de orgullo en mí mismo. No es exclusivo de los que están en el liderazgo, y es un pecado sumamente engañoso. El pastor pasivo No to...
La exposición de tus palabras imparte luz; da entendimiento a los sencillos. (Sal 119:130) Temas biblicos y teologia reformada