Al estudiar el evangelio de Marcos, uno no puede perderse lo lleno de acción y rápido que es. Esto se ve en la recurrencia de la palabra "inmediatamente". En el espacio de 40 versículos, se presenta a Juan el precursor; Cristo ha llegado, ha sido bautizado, fue tentado en el desierto y comenzó su ministerio, predicando, curando, expulsando demonios y eligiendo a los primeros discípulos. En medio de esta actividad, tuve la tentación de pasar por alto el versículo 35: "... partió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba". En un momento en que su fama se estaba extendiendo y estaba experimentando el éxito en lo que se estaba convirtiendo en un ministerio ocupado y exigente, Jesús oró. Eso me impresionó. Me impactó porque cuando estoy ocupado, descuido la oración. En mi opinión, dedicar tiempo de calidad a la oración cuando tengo poco tiempo no es la mejor manera de emplearlo. Tal razonamiento es peligroso y perjudicial para mi crecimiento espiritual y mi ministerio. El ajetreo y la falta de oración son una combinación peligrosa cuyos síntomas se ven en nuestra actitud, trabajo y relaciones.
Impaciencia
Cuando oramos, nos rendimos a la voluntad de Dios y nos humillamos para esperar en el Señor, sabiendo que es en Él donde vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Sólo un corazón en comunión con Dios en la oración tendrá ese espíritu de entrega y paciencia. Un corazón ocupado y sin oración confía en su propia fuerza y poder para hacer las cosas y hacer que funcionen. En consecuencia, un alma así se agota, se cansa y se frustra. El resultado es que va por ahí gritando a todo el que se cruza en su camino: a sus hijos y a su cónyuge en casa, a sus compañeros de trabajo, al tiempo, a los demás usuarios de la carretera, a los compañeros de iglesia, etc.
Ansiedad
Como resultado de ser autosuficientes a la vez que carecemos de autosuficiencia, nos convertimos en expertos de la preocupación. Incluso cuando oímos y leemos las palabras reconfortantes de las Escrituras, de echar nuestras preocupaciones sobre el Señor, porque él cuida de nosotros, nosotros, en verdad, no las creemos. Oramos, pero en esencia, seguimos confiando en nuestras propias capacidades y llevamos cargas que el Señor no pretendía que lleváramos. La palabra de moda hoy en día es "estrés"; la hemos usado tanto que se ha convertido en un término elegante; ¡el término bíblico para estrés es ansiedad! Estar atenazado por el miedo debido a la incertidumbre de una situación. Como resultado, terminamos malhumorados, inquietos e irritables.
Orgullo
Ocupación significa actividades, programas y eventos. Es facil para uno no orar y aun asi tener un programa o evento exitoso. Es un misterio del ministerio que uno puede ser relativamente exitoso mientras no camina o depende del Señor, al menos desde el principio. Tal situación es terreno fértil para el orgullo. Una persona que ora con seriedad y constancia no tiene motivos para sentirse orgullosa porque, en la oración, declara su pobreza y su dependencia de Dios. No ocurre lo mismo con una persona que no ora; confía en su experiencia, sus dones y su planificación, y cualquier pizca de éxito pronto se le sube a la cabeza. Como resultado, una persona así acaba convirtiéndose en el centro del ministerio y en un desagradecido.
Falta de alegría
Hay una alegría como la de un niño que proviene de temer a Dios y someterse a él y a su voluntad. Este gozo es el resultado de estar satisfecho con tu relación con Dios y encontrarte en su presencia y descubrir que en su presencia hay plenitud de gozo, y a su diestra, hay placeres eternos. Proviene de un alma que proclama con David: "Oh Dios, tú eres mi Dios; te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, mi carne desfallece por ti como en tierra seca y fatigada" (Sal. 63). Los cristianos y ministros que no oran carecen de alegría porque en su orgullo se han vuelto autosuficientes, lo que les hace impacientes, ansiosos y sin alegría.
Puedo estar tan ocupado y atrapado en las actividades de la vida que me olvido de orar. Me olvido de que fui creado para vivir en dependencia y confiar en el Señor para el sustento diario. Cuando decido no orar, no sólo afecta a mi vitalidad espiritual, sino también a mi actitud hacia mis relaciones y responsabilidades. Que lo que se dijo de Charles Simeón sea verdad para mí: "Nunca vi tanta constancia y realidad de devoción, tanto calor de piedad, tanto celo y amor... dedicaba las cuatro primeras horas del día a la oración privada y al estudio devocional de las Escrituras...".
- Chopo Mwanza
post original https://chopomwanza.blogspot.com/2023/10/symptoms-of-prayerless-life.html
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